Los años están pasando a una velocidad endiablada y parece que fue ayer cuando el par de zanguangos estos se subieron al autobús para esta trepidante aventura. No recuerdo en el cine que la vi, ni el día exacto pero si la sensación de haber visto algo nuevo dentro del cien de acción al que estábamos acostumbrados por aquellos años. En esta cinta nos alejábamos del típico tío mazado, rudo e implacable que durante una década nos había conquistado con sus modales rudos y sus hostias con la mano abierta. De buenas a primeras ese chaval con pinta de bueno y una chica que no destacaría en un cumpleaños se descubrían como dos eficientes héroes igual o más resolutivo que aquellas ya entonces consagradas leyendas del cine más frenético.
Como para parar a mear estamos…
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