No todo en los ochenta fueron obras maestras, títulos que modificaron la dirección de la historia del cine, cintas épicas que nos hicieron soñar con mundos lejanos, sino que también encontramos películas sin vergüenzas dirigidas por mequetrefes con talento infinito para lo suyo pero nulo para lo ajeno… y con Stephen King nos pegamos de bruces con el desvergonzado mayor del mundo.
Esta sin duda uno de las habituales carátulas que encontrábamos en el videoclub y que se ha programado en multitud de ocasiones en los 90 y que sin embargo la historia la ha casi olvidado, no sin razón.
Seamos amigos… No estoy “tronao”… Lo pasaremos guay